jueves, 21 de julio de 2011
martes, 10 de mayo de 2011
Sábato: Un héroe en su tumba
Siempre he desconfiado y sentido una especie de miedo, quizá injustificado y supersticioso, de los ciegos. La lectura de las novelas de Sábato me enseñó eso, a temer del poder que ostentan los invidentes, justamente por haber desarrollado otro tipo de sentidos ante su discapacidad visual, con los que pueden ver más allá de lo que se piensa. Las veces que he estado frente a un ciego me he sentido terriblemente desnudo y vulnerable, como si por alguna razón este intentara atraparme dentro de su claroscuro. Muchos de los ciegos y ciegas que diariamente caminan por el El Prado en La Paz, Bolivia, vendiendo billetes de lotería o pidiendo limosna, me recuerdan las novelas de Sábato.
***
Leí a Sábato hace muchos años. Atravesé los senderos de “El túnel” (1948) para luego caminar “Sobre héroes y tumbas” (1961) y finalmente escapar por calles al ver a “Abbadón, el exterminador” (1974) las tres novelas que forman la conocida trilogía Sábato. Una revelación, en contraposición a un mundo ambiguo de supuesto amor, felicidad y pragmatismo. Su obra, enfocada al ensayo, abarcó distintos tópicos de filosofía, política, literatura y arte. Fueron siempre de la mano con su personalidad solitaria.
***
En Buenos Aires visité el emblemático parque Lezama, escenario mencionado en las novelas de Sábato, donde Martín y Alejandra de “Sobre héroes y tumbas” se reúnen varias veces y por donde el mismo Sábato caminaba. Busqué a los tres en la inmensidad de los senderos, los árboles y las bancas, sintiendo solamente el frío hálito de sus sombras. Al menos eso creí. En ese mismo viaje, una amiga argentina periodista, me indicó cómo llegar a la casa de Sábato en Santos Lugares. Nunca lo hice. Había temor de que la ilusión se desdibujara. Entonces bastó saberse presente en uno de los lugares a los que Sábato acudía.
***
Sábato cerró los ojos para siempre el 31 de abril pasado. Tenía 99 años. Los últimos 20 años se dedicó solamente a pintar ante la imposibilidad de seguir escribiendo, pero ya no hacía falta que lo hiciese. Con lo hecho era suficiente. Había logrado con sus novelas configurar el mundo de pasiones descarnadas que emerge de lo profundo, cuando el ser humano descubre en su interior, sentimientos oscuros, viles y autodestructivos marcados por el sino de la fatalidad. ¿Acaso, los espejos del mismo Sábato? Por eso, su pintura considerada por él como sobrenaturalista estuvo íntimamente ligada a los tópicos que plasmó en sus novelas. Sus fantasmas lo seguían.
***
Escuche la noticia de su muerte en la televisión. Sentí pena y frustración. Sábato fue un escritor al que quise haber conocido alguna vez. Vivo, la esperanza de llegar a él era real. Muerto, no hay ningún remedio más que su tumba. Pero no es lo mismo conversar con un muerto que con un anciano admirado. Me pregunto por qué nunca me atreví a buscarlo. Quizá porque aún no me sentía preparado para estar frente a él sin dejar de preguntarle por María Iribarne, Juan Pablo Castel, el ciego Allende, Martín, Alejandra, Fernando Vidal Olmos (posiblemente el alter ego de Sábato) y Bruno. Sabía que Sábato no hablaría de sus personajes. En otras palabras yo aún no había atravesado el túnel que me conduciría a él. Ahora que ha muerto el túnel se ha cerrado.
***
En mi novela “Febrero lujuria” (2007) en algún capítulo hice que Martín y Alejandra aparezcan como unos visitantes argentinos de paso por la ciudad de Lago Grande al regreso de Cusco. Sin mencionar a Sábato y a sus personajes explícitamente, ellos estaban presentes en mis páginas. No podía evadirme del efecto que causó en mi génesis literaria. Un lector y periodista arequipeño descubrió el juego. Me sentí reconfortado. Establecimos sin decírnoslos un triángulo cómplice. Sábato formaba el ángulo recto que nos confluía a nosotros, los catetos. Mi ficción literaria era la hipotenusa.
***
Cuenta la historia que Borges y Bioy Casares se burlaban de Sábato a espaldas de él. ¡Qué más da a estas alturas! Sábato siempre fue un héroe anónimo, engarzado en el corazón de sus lectores, al borde del túnel de la muerte, sobre una tumba, perseguido por un exterminador en las calles argentinas, quizá porque las páginas de sus novelas y ensayos, eliminaron los límites de la pasión en cualquier orden de la vida. Y eso es lo que hay que agradecerle.
jueves, 2 de diciembre de 2010
El altiplano puneño y el Nobel Vargas Llosa
El 11 de febrero de 1990 Mario Vargas Llosa fue apedreado en Puno. Era entonces candidato presidencial por el FREDEMO y sus operadores políticos puneños le recomendaron que asista al estadio donde se llevaba a cabo el Concurso de Danzas con motivo de la Fiesta de la Candelaria. Los furibundos espectadores, sintiéndose ofendidos, pues vieron su tradición religiosa politizada, lanzaron desde las tribunas una lluvia de piedras y mazorcas de maíz que, si bien fueron retenidas por el jefe de seguridad haciendo uso de su casaca, no evitó que Vargas Llosa cayera al piso (1). Es la anécdota más conocida del paso del Premio Nobel de Literatura por Puno.
Este rechazo se expresó también en las urnas. En la segunda vuelta electoral presidencial de junio de 1990, en el departamento de Puno, Vargas Llosa obtuvo el 13.32% (36,375 votos) mientras Alberto Fujimori de Cambio 90, ganó con el 86.68% (236,710 votos). A nivel nacional, Puno fue el lugar donde el escritor obtuvo la más baja votación y Fujimori la más alta.
Años después en El pez en el agua (1993), Vargas Llosa escribió que en Puno “cometimos el error de confiar la organización [del comité departamental] a personas sin aptitud ni solvencia moral”. Añadió: “No olvidaré la impresión que me hizo advertir, en una visita a las comunidades del altiplano, que nuestro secretario departamental puneño trataba a los campesinos con la prepotencia de los antiguos gamonales”.
¿Quién fue ese secretario al que Vargas Llosa hace alusión? Pues, fue un conocido militante del Partido Popular Cristiano (PPC) en Puno: Dante Cabanillas quien estuvo acompañado de Oscar Frisancho Deza como Jefe de Campaña y Melchor Palomino Bejarano, que fue candidato a la alcaldía provincial.
Vargas Llosa también escribió –en relación al rechazo que tuvo en las regiones campesinas del Perú–, que en Puno “uno de los departamentos más miserables (y más ricos en historia y en belleza natural del país)”, todas sus giras, “fueron objeto de violentas contramanifestaciones”. Ello por “la resistencia del campesinado… a dejarse convencer” por su mensaje de reformas liberales, pero también, reconoció, por su “propia incapacidad para formular este mensaje de manera convincente”.
Quizá esta incapacidad a la que se alude, podría explicar, de alguna forma, la distancia que Vargas Llosa tuvo con la realidad de los andes, no obstante su acercamiento a ella a través de la obra de José María Arguedas y el indigenismo del que, “tanto en Lima como provincias –sobre todo en Cusco y Puno–, había un vigoroso movimiento de reivindicación del indio y de la tradición y la cultura quechuas”, según anota en La utopía arcaica.
* * *
En el universo narrativo de Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros (1962) y Pantaleón y las visitadoras (1973), son las novelas en donde se hace referencia al altiplano puneño. Curiosamente ambas novelas guardan un hecho común relacionado al destierro. En la primera, el teniente Gamboa al igual que el capitán Pantaleón Pantoja en la segunda, son cambiados por órdenes superiores de Lima e Iquitos a las “guarniciones” militares de Juliaca y Pomata (2), respectivamente.
Gamboa debe partir dejando su puesto en el colegio militar Leoncio Prado, luego del asesinato de un cadete. Pantoja dejará Iquitos como única alternativa que tiene para permanecer en el Ejército, ante la amenaza de ser dado de baja.
Aunque esto represente un castigo para ambos personajes, como lo sugiere Vargas Llosa, parecería, que los personajes reciben dichas órdenes con estoicismo.
A Gamboa le da lo mismo la guarnición de Juliaca o el colegio militar, según afirma. Además piensa en la posibilidad de aprender quechua, ver “muchas vicuñas” e ir, en auto o tren, de Juliaca a Puno y “darse sus escapadas a Arequipa, de vez en cuando”. Pantoja nombrado intendente de la guarnición de Pomata, deberá en este lugar “rehabilitarse” por el daño “involuntario” que ha causado al Ejército: la organización de un “Servicio de Visitadoras” (prostitutas) para satisfacer las demandas sexuales de la tropa.
Sólo el frío de la puna los asusta. Con cierta razón. “En la puna, verano o invierno es lo mismo”, dice el capitán Garrido a Gamboa. Éste, en broma, le propone un intercambio de sus puestos a lo que Garrido responderá que, “ni por todo el oro del mundo” se iría a Juliaca. Mientras que a Pantoja, el general Victoria le dirá: “En vez del calor de la selva, el frío de la puna”. Al igual que el coronel López López: “En vez del río Amazonas tendrá el lago Titicaca”. Y el general Collazos, con sorna: “En vez de visitadoras, llamitas y vicuñas”.
* * *
¿Cómo sería recibido ahora Vargas Llosa si regresara a Puno, luego del Premio Nobel? ¿Habría otra vez una lluvia de piedras? O tal vez sólo truenos y relámpagos, a manera de cohetes y castillos pirotécnicos, celebrando una reconciliación. “HACHAZOS DE TIEMPO”, como diría el poeta puneño Carlos Oquendo de Amat, revalorado justamente por Vargas Llosa cuando le dedicó su discurso al recibir el Premio Rómulo Gallegos en 1967.
Notas:
(1) A ello se suma el declarado agnosticismo de MVLL que, en medio de la campaña electoral, fue blanco de críticas.
(2) Juliaca, ciudad comercial, es capital de la provincia de San Román. Pomata, distrito de la provincia de Chucuito, ubicado cerca de la frontera con Bolivia. Se caracteriza por su bello paisaje a orillas del lago Titicaca.
Foto: MVLL en mitin en parque Pino, Puno. Febrero 1990.
Tomada por OVNI. Propiedad: Ch. Reynoso
Bibliografía consultada:
- “El pez en el agua”. Memorias. Mario Vargas Llosa. Seix Barral, 1993.
- “La ciudad y los perros”. Mario Vargas Llosa. Peisa 2001.
- “La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo”. Mario Vargas Llosa. Santillana, 2008.
- “Pantaleón y las visitadoras”. Mario Vargas Llosa. Peisa, 1996.
- “Perú político en cifras 1821 – 2001”. Fernando Tuesta Soldevilla. Fundación Friedrich Ebert. 2001.
- “5 metros de poemas”. Carlos Oquendo de Amat. Edición facsimilar. Universidad Ricardo Palma, 2005.
Artículo publicado en la revista Cabildo Abierto Nro. 54. Asociación SER. Puno.
jueves, 8 de julio de 2010
Sueños, diablos y perros mágicos de dos cabezas: Una conversación con el pintor Alberto Quintanilla
Texto y fotografías
Con la trayectoria artística que Alberto Quintanilla Del mar (Cusco, 1934) tiene tras de sí, y con el tiempo que siempre le resulta apretado, yendo y viniendo entre París, Lima, Cuzco u otra ciudad europea donde tenga que exponer, cualquiera diría que es muy difícil de conseguir una entrevista con él y más aún, de poder conversar sobre su obra y su vida, y sonsacarle algunas opiniones y secretos.
A lo largo de mi trabajo periodístico siempre desee conocer a Alberto Quintanilla y hacerle una entrevista. Había visto sus cuadros y esculturas y leído sobre él en infinitos reportajes. La oportunidad se presentó en la exposición “La sabiduría del ojo” que le organizó la UPCI en Lima, en abril del 2009. Allí, y después de algunas llamadas telefónicas posteriores, pude concertar la entrevista.
Alberto Quintanilla me espera muy temprano en su casa taller frente al parque Washington en el cercado limeño. Ocupa el último piso de un edificio. Los grandes ventanales nos permiten admirar el paisaje brumoso de la ciudad. Café y palta de por medio, en una larga mesa, en un gran salón, entre cuadros, esculturas, caballetes, máscaras, estantes con libros y un sinfín de curiosidades a medio hacer, iniciamos la conversación.
¿Qué recuerdos tiene de su niñez?, le pregunto. ¿Qué escenas pueden remontarnos a su vocación artística?
Hay dos cosas que podrían mencionarse de mi niñez. Una, que yo desde muy niño agarré la masa y la pasta e hice escultura e imaginería de santos. Luego llevaba a vender a la feria de navidad que se hacía en la plaza de Armas del Cusco. Y dos, que yo empecé a leer desde muy niño. La lectura y cultura fue muy importante en mi familia. Tuve contacto con la clase intelectual cuzqueña y con ella aprendí a sentir el Cusco. Al mismo tiempo tuve contacto con algunas amigas de mi abuela. Personas humildes pero con una gran sabiduría. Recuerdo a Juliana de Vargas, cocinera, que sabía mucho de gastronomía regional y de curaciones naturales y a Salomé, señora de falda y mantón, con mucho humor y bastante moderna. Ellas tenían una cultura natural, no habían leído libros ni estudiado pero tenían sabiduría. Ellas me contaban las historias de aparecidos, desaparecidos, condenados, del Chullachaqui, de personajes fantásticos que echaban polvitos blancos para desmayar a las personas y sacarles la grasa. Eso me estimulaba. Quería conocerlos, verlos, desafiarlos.
Quintanilla es un hombre de baja estatura y contextura gruesa, cabello cano, curioso, jocoso, con un dejo y una conversación cosmopolita pero al mismo tiempo, andino, cusqueño, peruano. Al verlo caminar imagino que él mismo es un pequeño duende salido de sus propios cuadros. Magia colorida de iluminación y misterio.
Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Lima. Al concluir los estudios ganó un concurso que le permitió obtener una beca a Francia. Así partió a Europa. Era 1959. En 1963 hizo su primera exposición en París. Vendió 11 cuadros.
¿Qué significó dejar el Perú y viajar a París? La experiencia tuvo que ser intensa y muy alentadora para que finalmente decidiera quedarse y echar raíces allí. ¿Cómo fueron aquellos años?
En principio, ya en el Cusco había aprendido mucho. Cuando vine a la escuela de Bellas Artes de Lima había gente que no sabía hacer sus colores, en cambio yo me fabricaba la tela, el bastidor. No entendía por qué esos medios técnicos no se enseñaban en la escuela, me parecía absurdo y limitante para el alumno. Muchos esperaban solamente el diploma como si con ello se convertirían en grandes y buenos pintores. Querían surgir sin hacer ningún esfuerzo. (Frunce el ceño) Entonces cuando fui a Europa la gente me dijo: Vas para perfeccionarte. Pero no era así. Yo dije: ¿De qué imperfección me voy a perfeccionar? Fui a Europa con mi diploma recién obtenido pensando en trabajar pero el diploma no valía nada, felizmente tenía la beca. Como me di cuenta de que no era nada allí, tuve que matricularme en la escuela de Bellas Artes de París, en el primer año de grabado, porque ya había estudiado pintura, óleo y mural. Para poder sostenerme hice muchas cosas: lavé platos en un restaurante durante seis meses y una noche de esas faltaron los músicos que hacían el show. Como yo cantaba, el dueño me pidió que salve la noche. Canté un huaino y toqué mi guitarra. Me anunció de la forma más honesta. Dijo: Aquí tenemos un muchacho que lava los platos pero es un artista. Me aplaudieron bastante. Entonces cambié de puesto. De lava platos a cantante. Canté todo el año, continué con los estudios en la escuela y seguí trabajando en pintura hasta mi primera exposición en 1963.
¿Cómo fue la respuesta a su propuesta artística?
En Europa pude expresar mis ideas con mucha facilidad. En mi obra hablaba de los mitos y leyendas del Perú y eso les interesaba, igualmente sucedió con el estilo y la técnica que empecé a desarrollar. En el Perú, más bien, en un inicio todo fue rechazado, criticaban el hecho de poner un diablo volando o un personaje en el aire. No se dieron cuenta que esto respondía a mis fantasmas y que yo estaba inventando una nueva figuración y forma de pintar. Entendí que había gente que rechazaba sistemáticamente a quienes pensaban en su país y actualmente lo sigue habiendo.
Lo han llamado con distintos nombres: el pintor fantástico, el pintor del sueño, de la magia. ¿Con cuál de ellos se siente más a gusto?
El público siempre pone un nombre y califica de varias formas a los pintores y a sus obras. Por mi parte que me llamen como quieran, no me hago problema. Yo sigo pintando y buscando. Mi vida siempre ha sido una observación al Perú y a sus personajes, al misterio y lo fantástico que tiene. Siempre digo que nos han conquistado pero que no nos han descubierto. En el Cusco aprendí a hacer muchas cosas porque no tenía un profesor que me limitara. Y a veces en las escuelas hacen eso, limitar al alumno. Creo que la curiosidad debe ser muy importante. Hay que meter el dedo a la llama para poder quemarse. El que no se quema no aprende nunca. Los ojos nos permiten curiosear y descubrir a medida que uno va cultivándose. (Abre los ojos) Alguna vez dijeron Quintanilla hace escultura, pintura, dibujo, grabado y “quien mucho abarca poco aprieta”. Perdón, pero son frases tontas. El arte tiene que sentirse, no tiene por qué limitarse. La pintura es como la cocina, mientras más gusto tengas más platos haces.
A estas alturas hablar de la trayectoria artística de Quintanilla resulta insulso. Basta revisar cualquiera de sus catálogos para saber que ha hecho de su vida un lienzo en constante color y forma, de nunca terminarse, de reinventarse a cada trazo, y que ello ha calado fondo en sus espectadores y seguidores. Ha publicado también poemas en un libro titulado “Tayanka” (Petroglifo, 2004) que cariñosamente me obsequia y dedica.
¿Cómo empieza a pintar un cuadro? ¿Trabaja al mismo tiempo en varios?
El dibujo es la base de todo mi trabajo. Primero hago uno y lo voy estudiando, es muy importante para mí utilizar la tinta china y la pluma, por más que algunos ignorantes digan que eso es anticuado y que es una técnica que ya nadie usa. A veces pinto varios cuadros a la vez y a veces, sólo uno me lleva tres meses.
Ha creado un mundo pictórico con diversos personajes: diablos, animales, hombrecillos, etcétera. Todos son fácilmente reconocibles como si llevaran el sello distintivo de su obra. Muchos aparecen también en sus esculturas. ¿Cuál es la relación entre ellos? ¿Quiénes surgen primero?
Lógicamente que hay una intima relación, conciente e inconciente. Lo que pasa es que siempre estoy buscando, siempre estoy construyéndome. Es una manera de descubrir. No me limito cuando hago los bocetos y creo. Todos esos personajes han ido apareciendo a lo largo de mi trabajo. El perro, los músicos o el que vuela con las rueditas que ya aparece en los cuadros de mi primera juventud y que se ha ido metamorfoseando. Es algo así como un muñequito de Chancay burdamente delineado pero al que después le pongo ojos, boca, ruedas y le doy una dinámica. Algunos críticos en Francia han señalado que mis exposiciones son como un puñete en el vientre, seguramente por toda esa suerte de personajes volando, con dos cabezas, perros botando fuego, diablos, en fin.
Quizá usted mismo encarna a sus personajes, sobre todo al hombrecito con cuernos. (Sonrisa disimulada)
Sí. (Risas) Mi signo es Tauro, tengo cuernos de nacimiento. Debo tener muchos. (Risas). Puede ser que algunos de los personajes sean mi autorretrato. He soñado también un montón de veces no sólo con estos personajes, sino con otros que todavía no han sido pintados. A veces me procuran pesadillas.
Ciertamente aunque Quintanilla no los vea, los personajes de sus cuadros, esculturas y grabados caminan detrás de él siguiéndolo a cada sitio que va. Los pasos de su caminar apurado se conjugan con los de sus acompañantes: diablos, diablitos, hombrecillos, lobos tirados a perros, perros tirados a lobos, dos cabezas, cuatro cabezas. Todos mueven las colas, los cachos y los rostros en fiesta de color y armonía de trazo.
Una gran parte de la obra de Quintanilla lleva consigo como una característica propia la figura del perro volador de dos cabezas: Perros mágicos, perros dorados, perros diablos, dulzura canina en óleo azul de rojo morado, ladridos guau, guau, en poesía de tela luminosa.
¿Cómo así aparece la figura del perro en su obra? ¿Se ha vuelto un elemento recurrente e importante?
Mi abuelo me contó un montón de historias de perros y lobos. Me decía que siempre en la vida del hombre hay un lobo, por eso que fue este animal quien amamantó a Rómulo y Remo. Entonces para mí, el lobo se metamorfosea, se convierte en perro después de haber dado de amamantar, de ahí que sea el mejor amigo del hombre.
En varios de sus cuadros se ve a la Luna y a los perros. ¿Qué relación hay entre ellos?
Según una historia peruana el perro se enamoró de la Luna y le rogó que viniera a él pero ella no pudo. Entonces el perro se propuso ir a verla pero se pregunta ¿cómo? ¿Volando? Entonces una noche pasa el milagro y el perro vuela y se va con la Luna y el mundo queda en tinieblas. Nueve meses después la Luna y el perro vuelven enamorados a la tierra, a las playas de Chan Chan y la Luna da a luz a los Chimus. Es un mito fantástico que me contaron. Son estas historias las que alimentan mi trabajo y mi creatividad.
¿Le gustan los perros, los reales de una sola cabeza?
Claro que sí. (Risas) En París me hicieron la misma pregunta y yo respondí que desde que tengo hijos ya no tengo perros. Es irónico. (Risas) Ahora ya no tengo perros porque es una dificultad. Es más fácil viajar con mis hijos que con perros. (Nuevas risas)
“Comotú” fue el más querido y recordado perro de Quintanilla cuando aún vivía en el Perú. “Comotú” murió hace muchos años. Quintanilla aún lo recuerda. Luego vinieron “Quincemil”, “Bluto” y “Titina”.
Juega mucho con el detalle de las dos cabezas, no sólo en los perros sino casi con todos sus personajes. ¿Cómo surgió esta idea?
Surgió de casualidad. Tuvo que ver con la historia de un singular tío mío que se suicidó. El sufría del mal de Parkinson y desesperado por su enfermedad intentó suicidarse. Al hacerlo algo salió mal y no se mató y más bien logró curarse de la enfermedad. Eso causó bastante sensación y risa en mí. Años después como aún le quedaba cierta vocación suicida un buen día se metió a una tina llena de agua y murió ahogado. Entonces pensando en él me propuse hacer su retrato. Dibujé en la tela su perfil varias veces pero no me salía, borraba y luego lo hacía de frente. Así, en algunos de los intentos del dibujo se me ocurrió dejar las dos caras y no resultó mal. Luego, en alguna exposición cuando presenté el cuadro, que lo titulé “Mi tío”, dos señoras dijeron al mirarlo, uno es el hipócrita y otro el sincero. Otros dijeron que era el hombre de doble personalidad, que se desdobla en sí mismo. Me pareció interesante todo eso y continué creando con ese detalle.
Como siempre me ha sucedido. Ha tenido que pasar un largo tiempo para madurar, editar, leer y publicar esta entrevista. Estoy en deuda con Quintanilla a quien le dije que la entrevista saldría publicada en dos semanas. No obstante, dos semanas, diez meses, o más, ya no importa. Lo que importa es mantener a través de las palabras la esencia de aquel momento. Magia de colores, mundo de personajes irreales que nos miran y por alguna razón indescifrable se instalan en el fondo del corazón.
¿Fue amigo de Víctor Humareda?, pregunto, por último, a Quintanilla antes de comenzar la sesión de fotos. ¿Qué recuerda de él?
Sí, fuimos compañeros. Humareda nunca hablaba de la sierra, no le importaba, él se hizo una imaginación sobre el país, sobre Lima, y gozaba de eso. Decían que era alcohólico, pero es totalmente falso, tomaba café con leche y pan chancay. Era chistoso escucharlo contar de sus fantasmas, sobre las medias nylons de Marilyn. Fui su vecino en 28 de Julio, vivía en el hotel y venía a la escuela a visitar a los buenos amigos. Ahora, mucha gente que nunca lo conoció dice que lo conoció y también hay mucha gente que lo quiere y lo reconoce.
* * *
Entrevista publicada en diario Los Andes (Puno) el 7 de febrero 2010.
También puede leerse en:
www.reynosochristian.blogspot.com
www.sikuriciudad.lamula.pe
jueves, 29 de abril de 2010
Intereses creados y la casa de Oquendo de Amat
Christian Reynoso
El INC de Puno ha dejado sin efecto la Resolución Directoral Departamental Nº 001-94 que declaraba como Patrimonio Cultural Monumental de la Nación, al inmueble –casona– donde nació el poeta universal, puneño de nacimiento, Carlos Oquendo de Amat, ubicada a pocas calles de la plaza de Armas de Puno, alegando absurdamente, según la Resolución Nº 043/INC-Puno de 28/10/09, que la anterior “no constituye un acto administrativo”. Al mismo tiempo, ha corrido el rumor de que el actual propietario de la casona, un empresario hotelero que compró la casa hace algunos años a la familia Catacora Pino, ahora, favorecido por la disposición del INC, tendría la intención de demolerla para construir un hotel, echando al olvido el valor histórico del inmueble, no sólo arquitectónico sino cultural y literario.
La situación ha salido a la opinión pública hace algunos semanas a través de algunos medios de comunicación, azuzados por las distintas comunicaciones informales de rechazo que han circulado de parte de algunos familiares del poeta y amigos del ámbito intelectual y literario de Puno y Lima preocupados por el asunto.
Ciertamente, el año 2005, alentados por el cumplimiento de los 100 años del nacimiento de Oquendo, diversas instituciones culturales y la municipalidad provincial de Puno, rindieron un homenaje al autor de “Cinco metros de poemas” colocando una placa conmemorativa en el referido inmueble, destacando su nacimiento en dicho lugar. En el 2006, los propietarios de la casona, literalmente borraron la placa al pintarla en su superficie con el color de la pared, hecho que hasta el día de hoy se mantiene así. Nadie dijo nada. En la actualidad existe un restaurante de expendio de “salchipapas”. Hubo también desde el 2005 por parte del Instituto Americano de Arte el intento de convertir dicha casa en un Museo o Casa de la Cultura Puneña, no obstante no logró traducirse en una propuesta concreta.
En ese sentido, hoy que nuevamente la casa de Oquendo hace noticia, cabe preguntarse, ¿por qué después de 16 años, de un momento a otro, el INC de Puno ha decidido emitir la mencionada resolución, justo en momentos en que el director de esta institución, Carlos Landa Gamio, acaba de dejar el cargo? Es un tanto extraña la decisión y, por ello mismo, se presta a suspicacias, ya que de por medio, podrían existir intereses creados. Asimismo hay que preguntarse, ¿cuál sería el interés del INC por dejar sin efecto el valor intangible del inmueble? El ex director y el nuevo director, Gary Mariscal, deberían responder y aclarar estas preguntas.
El empresario hotelero aludido y de quien se dice que habría tenido injerencia en la decisión del INC responde al nombre de José Butrón Calderón. Médico de profesión sin ejercicio activo, proviene de la provincia de El Collao y es dueño de los hoteles de tres estrellas Balsa Inn en el cercado de Puno. Uno construido hace seis años y otro, hace tres, además de tener otros dos en la ciudad de Arequipa. En el mundo hotelero y empresarial puneño es vox populi de que su capital como la de otros empresarios, procedería de actividades supuestamente relacionadas a lavado de dinero y narcotráfico que a menudo se dan en la provincia de El Collao y en otras zonas de la región. Hasta el momento Butrón Calderón no ha dado ninguna declaración al respecto.
Recordemos también que la labor del ex director del INC Landa Gamio ha sido cuestionada en reiteradas oportunidades ante su ineficacia y falta de intervención en distintas casos que tenían que ver con el patrimonio y la riqueza cultural de Puno como el caso de las pinturas rupestres ubicadas en el distrito de Corani, provincia de Carabaya donde se realizaron actividades de exploración por parte de empresas mineras donde, sencillamente, el INC no dijo nada. Así mismo las denuncias de destrucción del centro arqueológico de Chichaccora también en Carabaya, a propósito de los trabajos de la carretera Interoceánica, que evidenciaron que el INC no contaba con ningún Registro de Sitios Arqueológicos de la región Puno, según refirió la empresa constructora.
Por otro lado, es cierto que las distintas instituciones culturales de Puno no cuentan con ningún presupuesto o si lo tienen es muy exiguo. Razón por la cual no podrían financiar ni hacer sostenible un proyecto de rescate y revaloración de la casa de Oquendo, por ejemplo, convirtiéndola en una Casa-Museo o Museo de Arte Popular como lo propuso el Instituto Americano de Arte, institución cultural próxima a cumplir 69 años y que dicho sea de paso espera un presupuesto del actual alcalde provincial Luis Butrón Castillo que hasta el momento no se ha materializado. Léase: http://www.losandes.com.pe/Opinion/20070427/6350.html
En ese sentido, si instituciones que cuentan con presupuesto o que al menos pueden gestionarlo, como la Municipalidad Provincial de Puno o el Gobierno Regional, se interesaran por el asunto cultural de la región, la realidad sería distinta y no estaríamos ante la amenaza de este “crimen cultural” que se pretende hacer. Ciertamente el problema va más allá porque no existe un plan cultural regional a largo plazo ni mucho menos la intención de articularlo desde los responsables de las comisiones de “cultura” de las instituciones de la región.
En Puno no hay una visión cultural turística de parte de las instituciones ni de parte del empresariado. De tenerla, respondiendo a una inversión pública o privada, muy bien la casa de Oquendo, por ser un poeta de renombre mundial, equipándola de la manera adecuada, podría ser un referente turístico para los propios peruanos y extranjeros. En esa lógica, también de otros poetas y artistas puneños importantes como Gamaliel Churata, Dante Nava, con los que se podría articular un “tour literario artístico”. Por ejemplo, sin ir muy lejos, en Chile, tanto en Santiago como Valparaíso las tres casas de Pablo Neruda son Casa-Museos que sirven para acercarse al poeta y a su obra y al mismo tiempo, hacer turismo cultural.
La casa de Oquendo no está abandonada por la intelectualidad puneña, no como aquella otra de Abraham Valdelomar en Ica, olvidada a su suerte y que con el terremoto del 2007, terminó por derrumbarse, encontrándose actualmente como un terreno baldío. Por ello mismo, la casa de Oquendo debería mantenerse intacta y más bien, puesta en valor como tal. Está en las manos de la opinión pública impedir que se concrete su destrucción. Más allá de las argucias legales debería prevalecer el valor mismo de la figura de Oquendo como poeta universal y de quien nada menos tenemos como riqueza material el lugar de su nacimiento.
Tan importante como descontaminar el lago Titicaca, o rendir devoción en cualquiera de sus formas a la Virgen de la Candelaria, es preservar la cultura arquitectónica de una ciudad y con mayor razón si ésta otorga identidad, historia y conocimiento al tiempo y a las futuras generaciones. Así como más allá de ciertas críticas, la antigua Estación de Desamparados en Lima ha sido convertida en la Casa de la Literatura Peruana.
Fuente original: Noticias SER www.noticiasser.pe
Publicado también en la versión impresa del diario Los Andes (Puno) 27/04/2010
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20100427/35395.html
Y en los blogs:
http://sol-negro.blogspot.com/2010/04/intereses-creados-y-la-casa-de-carlos.html
http://nidodepalabras.blogspot.com/2010/04/intereses-creados-y-la-casa-de-oquendo.html
http://sikuriciudad.lamula.pe/
jueves, 26 de noviembre de 2009
Huancayo y su primera Feria del Libro
Christian Reynoso
Del 10 al 22 de noviembre se llevó a cabo la primera Feria del Libro organizada en la ciudad de Huancayo, capital de la región Junín. El evento convocó a una serie de escritores de diversas ciudades del Perú además de los escritores de la región, quienes ofrecieron charlas, conferencias y presentaciones de libros. El público huanca, entre académicos, profesores, estudiantes y población en general, respondió acertadamente, alentados por la novedad del evento que ciertamente marca un precedente para las letras huancainas y su presencia en la literatura nacional. En ese sentido, será responsabilidad de los organizadores de consolidar esta Feria como un referente literario importante para el futuro.
Huancayo, una ciudad comercial en crecimiento, alberga un promedio de 180 mil habitantes, no obstante, este número, según nos cuenta el escritor Nicolás Matayhosi, en un intermedio de las conferencias, diariamente puede llegar a cerca de un millón debido a la actividad y tránsito comercial que existe en la ciudad en razón de su articulación con otras provincias y lugar de paso con otras regiones. Por ello que también en Huancayo se concentre la sede principal de la Universidad Nacional del Centro como el núcleo académico más importante de la zona y que alberga en sus aulas a un promedio de 10 mil estudiantes.
La Feria del Libro ha convocado a un promedio de 30 editoriales, muchas de ellas de presencia nacional. No obstante algunas otras no han asistido por motivos x ante la proximidad de la Feria del Libro Ricardo Palma en Lima. Más allá de ello, la Feria del Libro de Huancayo ha tenido como fondo la organización de un concurso literario en el género Cuento, Ensayo y Cómics que ha otorgado el Premio Felizh (Feria del libro zona Huancayo) donde han participado en su mayoría noveles autores y estudiantes de la zona. El ganador del concurso de Cuento ha sido Ricardo Hidalgo con el cuento “Sueños”, en Ensayo Àlvaro Acevedo con “El futuro de le lectura o cambia o perece” y en Cómics, Ernesto Chagua con “La Leyenda de las Kantutas”.
Como complemento al premio ha sido editado un libro que agrupa los diversos cuentos ganadores y finalistas que nos dan una idea de la nueva narrativa que se viene escribiendo en Huancayo. El libro ha sido editado por Bisagra Editores que es un reciente sello editorial creado e impulsado por entusiastas jóvenes comprometidos con la literatura y el quehacer cultural, dirigidos por Jorge Salcedo. Bisagra editores además ha publicado en los dos últimos meses otros textos de autores huancas entre ellos: "El vuelo de la Paloma" (cuentos) de Consuelo Arriola, “Juventud, política y universidad en Huancayo" (ensayo) del sociólogo José López, “Sabatorio” (artículos periodísticos) de Sandro Bossio.
Hay que felicitar el trabajo y esfuerzo de todos quienes han contribuido a la realización de esta primera Feria del Libro en Huancayo, entre ellos al comité consultivo dirigido por Sandro Bossio y Juan Carlos Suárez y al organizador Willi Mateo, empresario y financista, quien ha destacado que el objetivo ha sido “poner a disposición de la ciudadanía huancaína una bandeja de encuentro y aprendizaje cultural de primer nivel” como parte de la promoción de la cultura de la región centro del país.
En efecto, la Feria también ha servido para que varios de los invitados hayan podido visitar Huancayo y conocer sus atractivos turísticos, expresiones culturales y demás espacios de media noche. Asimismo ha servido para ir tras los pasos del “País de Jauja” y su maravillosa laguna de Paca, a propósito de la entrañable novela de Edgardo Rivera Martínez.
jueves, 12 de noviembre de 2009
Dolorier y la flor de Retama: pólvora y dinamita del corazón
Christian Reynoso
“Flor de Retama” quizá sea la canción más conocida y cantada por cuanto interprete del Perú profundo haya pisado un escenario. Compuesta en 1969 en Lima, luego de la llamada Rebelión de Huanta contra el gobierno de Juan Velasco Alvarado, donde murieron más de 20 personas, este huayno se ha convertido en un himno que desde entonces ha acompañado las luchas del movimiento social. Su autor, Ricardo Dolorier Urbano (Huanta, Ayacucho, 1935) aún sigue preguntándose cada vez que la escucha cómo fue que esta canción con el correr de los años adquirió la fuerza que hoy tiene y que, ciertamente, activa en quien la escucha, el sentimiento de sentirse parte de ese Perú de todas las sangres violentado y abusado por la represión.
Dolorier, educador de profesión, no imaginó que hoy, 40 años después, Flor de Retama sería una canción emblemática de la movilización popular, de la lucha de las masas, de la reivindicación del pueblo. No sabría que la canción seguiría presente, cantándose y escuchándose como una pequeña caja de resonancia que guardaría entre sus arpegios la memoria de que aquellos hechos no deberían volver a repetirse.
Flores y retamas para Dolorier
El 6 de noviembre se han cumplido 40 años de vida, de canto y de resistencia de Flor de Retama. Este día también ha sido designado como el día de la canción ayacuchana. Con ese cometido de celebración doble, innumerables voces de Ayacucho se han levantado en el Parque de la Exposición para celebrar con “pólvora y dinamita, ¡carajo!”, como dice la parte final la canción, el homenaje a Flor de Retama y a su autor.
Ricardo Dolorier ha recibido el abrazo fraterno de toda una pléyade de seguidores que han bebido de su talento para perfilar el canto popular del Perú a través del huayno y el folklore en una admirable expresión de arte, salida del corazón, del dolor, de la indignación, de la voz de protesta, de la sangre del pueblo que se derrama “en la plazuela de Huanta, amarillito, amarillando, flor de retama”.
La historia de cómo nació la canción ya es bastante conocida: Junio 1969. Velasco emitió el Decreto 006-69 que restringía la gratuidad de la enseñanza para quienes desaprobaran los cursos regulares. Ante esta medida, la población de Huanta se movilizó aduciendo que limitaba la educación de los alumnos de escasos recursos. Los llamados “sinchis” reprimieron la protesta. Resultaron más de 20 personas muertas entre estudiantes, padres de familia y pobladores. Finalmente, Velasco dio marcha atrás y derogó el Decreto (1). No obstante, el dolor y la muerte quedaron incrustados en el corazón del pueblo huantino como una gran espina que se hizo canción.
En Lima, Ricardo Dolorier, profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle "La Cantuta", al enterarse de los hechos sintió que el corazón le reventaba. Algunos de los fallecidos habían sido sus alumnos. La indignación se convirtió en inspiración. La barbarie le generó reacciones y sentimientos que se tradujeron en sonidos musicales, canciones, poesía. En noviembre 1969, después de 4 meses de ocurridos los hechos de Huanta, Dolorier tenía compuesta la canción. Era un homenaje a los caídos en Huanta. Desde entonces la canción empezaría a adquirir vida propia. Ahora, en el cementerio de Huanta, junto al mausoleo que guarda los restos de estas víctimas puede leerse la letra de la canción.
Flor de Retama: Hoja de ruta
La primera persona en escuchar la versión final de Flor de Retama de boca del mismo Ricardo Dolorier fue Oswaldo Reynoso, escritor y entonces vicerrector de la Universidad La Cantuta, que mantenía una estrecha amistad con Dolorier. La historia, cotejada con ambos personajes, es la siguiente: Era una madrugada de noviembre del año 69, quizá el día seis, Ricardo Dolorier llegaba a las residencia de profesores de La Cantuta después de una noche de bohemia. En ese transcurrir había logrado redondear la canción, la tenía en la lengua lista para ser cantada, después de muchos arreglos y cambios que conservaba en su memoria ya que no disponía de una grabadora, viéndose en la necesidad de recomponerla cada vez, tarareándola, gestándola en su cabeza, en su memoria, en su corazón.
Esa madrugada, ya lista, ya terminaba, tenía que salir, tenía que cantarse, tenía que fluir del alma, entonces la botella de pisco que llevaba en la mano recibiría un sorbo más para ayudar a decidirse y tocar la puerta de Oswaldo y decirle que acababa de concebir y componer la versión final de Flor de Retama. En seguida todo quedó consumado. Entró, cantó y la canción quedó para la historia. Brindaron con lo que quedaba del pisco, se abrazaron y a pedido de Oswaldo convinieron en que esa misma noche convocarían al resto de colegas para escuchar nuevamente la canción. Oswaldo cuenta que se emocionó tanto al punto de arrodillarse ante Dolorier para felicitarlo por la canción. Dolorier no recuerda este detalle pero ya no importa: La canción había sido parida.
La canción fue grabada por primera vez en el año 1970 por el Trío Huanta, que tuvo que obviar una estrofa de la fuga (la parte final) porque excedía el tiempo de grabación de un disco de 45 revoluciones. La estrofa decía: “Los ojos del pueblo tienen hermosos sueños, sueñan el trigo en las eras, el viento en las praderas, y en cada niño una estrella”.Amilcar Gamarra uno de los mejores guitarristas ayacuchanos apoyó en la grabación.
—¿Cómo así llegó la canción a Huanta? —pregunto a Dolorier, en la pequeña sala de su casa.
—Cuando yo iba a Huanta de vacaciones enseñaba la canción a los bohemios de ese tiempo —responde—. Enseñaba la canción en un bar llamado “Donde mueren los valientes” que era atendido por un inválido que guardaba las cajas de cerveza debajo de su cama. Allí, la canción empezó a conocerse y cantarse. Luego, cuando el Trío Huanta la grabó aún persistió cierto temor en la ciudad de cantar la canción, porque aún continuaba la represión del Estado. Incluso, recuerdo que todas las flores de retama de la plaza principal fueron arrancadas. Hoy, más bien, las entradas a Huanta tanto por el lado de Huancayo como por Huamanga están sembradas de retamas.
En 1971, según manifiesta Dolorier, un grupo musical de Huaraz dirigido por el esposo de Martina Portocarrero, Luis Salazar, editó un long play titulado “Huaynos pegaditos”, donde apareció la segunda versión de Flor de Retama. Luego, el mismo año 1971, sería la cantante Martina Portocarrero quien con ojo zahorí, grabaría la canción con algunos arreglos y cambios. Por ejemplo, cambiaría el orden de las dos primeras estrofas. La primera pasaría a ser la segundo y ésta a ser la primera, quedando el inicio de la canción: “Vengan todos a ver, hay, vamos a ver, en la plazuela de Huanta, amarillito, flor de retama, amarillito, amarillando, flor de retama”. A partir de entonces Flor de Retama comenzaría a hacerse famosa.
Ricardo Dolorier no sabría que desde aquella vez esta canción lo acompañaría durante toda su vida, sin dejarla de escuchar ni un solo día, no sólo en su versión original, sino en diversas melodías y arreglos y cantada en distintas voces por innumerables cantautores, cantautoras y orquestas del Perú y el mundo.
—Es curioso pero Flor de Retama fue prácticamente el primer huayno que compuse —nos dice Dolorier—. Yo no había tenido vocación especial por la música folklórica, cantaba más bien, tangos, valses, rancheras, boleros, pero seguramente dentro de mí había un sentimiento que necesitaba aflorar, porque recuerdo que cuando era niño escuchaba a mi madre cantar huaynos bien desgarradores debido a la muerte inesperada de mi hermano mayor a consecuencia de una epidemia de tifoidea que azotó a Huánuco donde entonces vivíamos. Ella sufrió mucho y a mí se me quedaron grabadas esas canciones.
—¿Qué tanto tuvo que ver el contexto político de esos años en la composición de Flor de Retama? —pregunto—. A menudo se cree que nació en la época del terrorismo, en la década del 80.
—Esta canción nació mucho antes. Nació por un gesto de indignación. Había una intencionalidad política en la medida que rechazábamos la dictadura. Era un rechazo natural. Estábamos decepcionados con la democracia de Fernando Belaúnde y no por eso íbamos a aceptar una dictadura militar. La canción coincidió también con un momento de mucho dinamismo político en el país, se sentía tensa actividad en universidades, en el pueblo, en los comités de defensa y ahí empezó a cantarse, acompañando las gestas populares. También la cantaría gente del SUTEP y de la Federación de Estudiantes de la Universidad San Marcos en las luchas contra las dictaduras.
—¿Fue, tal vez, en ese entonces, un modo de canalizar la protesta a través de la expresión artística?
—No necesariamente. Recuerdo que Juan Gonzalo Rosé que era mi amigo y que también componía valses, en una conversación le pregunté que por qué había dejado de escribir poesía y se había dedicado a componer y a hacer música. Me respondió: “Porque nadie me lee, en cambio todos me cantan”, entonces advertí que ese era el camino. En esa época también compuse otro huayno “Los Cabitos” por el cuartel del mismo nombre que había en Ayacucho donde estaban presos muchos pobladores, pero esta canción no tuvo la suerte de Flor de Retama. Años después, ya en la época de la violencia, compuse la canción “El desaparecido” inspirada en un dirigente que desapareció en manos de las Fuerzas Armadas.
En la actualidad Ricardo Dolorier sigue componiendo, labor que intercala con la actividad de la enseñanza educativa a través de su conocido Método de Comprensión Lectora Dolorier, del cual es autor. También nos cuenta que últimamente está explorando los registros de los yaravíes arequipeños y confiesa que después de 40 años, no cambiaría absolutamente nada a Flor de Retama.
Día de homenaje
6 Nov 09. 8.00 p.m. Parque de la Exposición. Lima. María Mullo, la huantinita; Edwin Montoya, el puquiano de oro; Julio Velapatiño, Julio Humala, Margot Palomino, Sila Illanes, Norka Monzoni, Trudy Palomino, Silverio Andrade, entre otros y otras, cantaron Flor de Retama y huaynos ayacuchanos celebrando este día. La canción homenajeada es cantada por lo menos diez veces en diferentes registros y voces.
La novia del Perú, Amanda Portales, superando una caída imprevista al tropezar con un parlante, interpretó una nueva canción de Ricardo Dolorier, grabada recientemente y que el estribillo canta: “Alza tu voz, alza tu canto”. Después de ello, a invitación de Portales, apareció el mismo Dolorier para cantar a dúo Flor de Retama. El Trío Huanta interpretó la versión original de la canción. Luego, como una sorpresa, el Coro Tradiciones de Huamanga interpreta una versión coral de Flor de Retama preparada por primera vez para esta ocasión.
Al final, alentado por Josefina Ñahuis, el público, de pie, emocionado, acompañó a la última cantada de la noche: Flor de Retama. En el escenario, todos los cantantes, músicos e intérpretes, además de algunos invitados del público como el escritor Oswaldo Reynoso y el antropólogo Rodrigo Montoya, juntaron sus voces para elevar las flores de retama al cielo limeño. Todos juntos, cogidos de la mano, al lado de Ricardo Dolorier, cantando a fuerza viva, a tono de esperanza, a ritmo de huaynito, en una sola voz de peruanos, de sangre derramada a rico perfume, cantando, palpitando el corazón, cantando, mirando pasar los ojos del pueblo, cantando, saboreando el huaynito, olor de jazmín, zapateando, cantando, cantando Flor de Retama, una vez más.
Nota:
(1) Un detallado estudio de estos sucesos puede verse en “Rebelión en Huanta” de Roger Saravia Aviles, en: http://www.monografias.com/trabajos22/rebelion-huanta/rebelion-huanta.shtml#flor
En Foto: Amanda Portales y Ricardo Dolorier cantando a dúo Flor de Retama (Foto: Christian Reynoso)
Artículo publicado originalmente en Noticias SER: www.ser.org.pe
También puede leerse en el blog: http://sikuriciudad.lamula.pe
El presente artículo se publicará en el diario Los Andes el día 15 Nov 09